miércoles, 15 de marzo de 2006

MUHAMMAD ALI (Parte II)


EL REGRESO
El 28 de junio de 1970, la interminable cadena de alegaciones del antiguo campeón del mundo de los pesos pesados se resolvió cuando el tribunal supremo de los EEUU, en decisión unánime, lo absolvió de todos los cargos. Habían pasado tres años y medio.
El título de campeón del mundo había llegado a las manos de un boxeador increíble, Joe Frazier. Ningún boxeador había regresado después de tanto tiempo para vencer. El comeback se antojaba una misión algo menos que imposible. Y, en cierto modo, lo fue; porque nadie boxearía jamás como el campeón del mundo de los pesos completos en los años 64, 65, 66 y 67.
Por todo ello, cuando Alí derrotó en tres asaltos a la gran esperanza blanca, Jerry Quarry, que era un candidato evidente al título mundial, una oleada de excitación recorrió los Estados Unidos y el mundo en general. El 7 de diciembre de 1970, tumbó a Oscar Bonevena en el quinceavo asalto. Volvía a ser el aspirante número uno a campeón del mundo, aunque su rapidez no era la misma de antes. ¿Qué podía hacer contra Joe Frazier? Los dos llegaban a la pelea invictos.

ALI VS. FRAZIER. TRES COMBATES MEMORABLES
El 8 de marzo de 1971, en Nueva York, aquella versión nueva de Alí se dispuso a recuperar el cetro que el gobierno le había robado. Y enfrente no sólo estaba el campeón del mundo, sino Joe Frazier, su enemigo más odiado y querido.Lo que diferenciaba a “Smoking” Joe Frazier de los demás era el coraje. Sus orígenes eran de una pobreza que asustaba, y la miseria había dejado en él algo, un pozo de orgullo que hizo que sus combates no fueran sólo por el dinero y los títulos, se jugaba era la dignidad, la gloria personal.

Joe Frazier venció por puntos tras 15 asaltos completos. Esa noche, ambos terminaron en el hospital. Paradójicamente, también fue la ocasión en que Alí se ganó el respeto incluso de los tradicionalistas más acérrimos del boxeo. Después de un combate tan igualado como brutal, en el último minuto del último asalto, Frazier alcanzó a Alí con un gancho que lo mandó a la lona. Lo que todos esperaban era que no intentara levantarse, porque no tendría ya ningún sentido práctico; noqueado, absolutamente grogy, comprendió al instante que era imposible evitar la derrota. Consigue levantarse a los tres segundos, tambaleándose, impresiona la decisión en sus ojos, negándose a aceptar lo inamovible, asombroso de puro coraje. Resistió el castigo hasta el final.
La segunda pelea tuvo lugar a finales de enero de 1974, el año de Alí, cuando éste ganó a los puntos con cierta claridad. De los tres combates que disputaron Ali – Frazier ésta fue la de menor repercusión ya que no estaba el título en juego; la gloria del vencedor no era más que la posibilidad de enfrentarse al campeón vigente.

La Thrilla en Manila. El 1 de octubre de 1975 se llevó a cabo en Filipinas la exhibición más fabulosa que dos hombres hayan realizado jamás sobre un cuadrilátero: la Thrilla en Manila. Los primeros cuatro asaltos fueron de Alí, un monumento a su inteligencia y talento. Sin embargo, del quinto al onceavo asalto, Joe Frazier le propinó al campeón un castigo tal que permanecerá siempre indeleble en la memoria de los aficionados al boxeo.De nuevo estaba contra las cuerdas, superado, vencido. Y de nuevo Muhammad Alí buscó en lo más hondo para sacar fuerzas de donde no existían, y peleó quizás los tres mejores rounds de su carrera, golpeando a Frazier de todas las formas posibles. En el catorceavo, su rostro era una masa irreconocible, deformada como nunca se había visto, cuando otro directo le hizo escupir el protector bucal. Incapaz ya de abrir los ojos, no le dejaron levantarse de su banqueta para el último round. La guerra había terminado.

DON KING
En 1974, Don King le ofreció al campeón del mundo George Foreman cinco millones de dólares si peleaba con Alí. Después hizo otro tanto con este, que también estuvo de acuerdo, era una bolsa increíble. En total, diez millones de dólares de la época, gracias a aquella montaña de dinero, el combate del siglo iba a celebrarse.
Don King no tenía diez millones de dólares, lo que tenía era suerte; porque el país más grande del África subsahariana estaba festejando su independencia, y al dictador Mobutu Seke Seko le interesaba promocionarse, de modo que compró la velada por mucho, mucho más de diez millones. Y le salió rentable.

GEORGE FOREMAN
George Foreman, originario de Marshall, Texas, era un sacerdote metido a púgil. Fue el más grande pegador de la historia, nadie ha empleado jamás unos puños tan demoledores, y ningún campeón ha sido tan indiscutible, ni siquiera el primer Tyson.
En 1974 pegaba tanto y tan duro que se decía que sus golpes podían matar al mismísimo Alí.No era una exageración, para derrotar a Joe Frazier, Alí había necesitado más de 25 asaltos completos. Y 24 más para tumbar a Ken Norton, que de regalo le fracturó la mandíbula en el primero. A diferencia de esto entre los dos no habían aguantado ni cuatro asaltos frente a Foreman. Hacía más de dos años que sus veladas no llegaban al segundo round, y nunca había sido derrotado: 40 peleas, 40 victorias y de ellas, 38 por KO.
Ya no era que destrozara a los únicos hombres que habían tumbado a Alí con una facilidad insultante, los demás rivales de segunda fila que tanto le costaban ahora al antiguo campeón, todos sin excepción le tenían miedo al invencible George Foreman. De no mediar aquellos diez millones de dólares, el Rugido en la jungla tal vez no se hubiera escuchado.
"RUMBLE IN THE JUNGLE". ALI VS. FOREMAN
Nadie apostaba un céntimo por su victoria, Alí tenía 32 años contra veinticinco de Foreman. Se extremaron las medidas de seguridad: en el aeropuerto de Kinsasha había un avión-hospital preparado para volar a Madrid inmediatamente si ocurría una tragedia.

Muhammad Alí se hospedaba en un barrio popular de Zaire, cuando iba a correr, por los suburbios más pobres de la ciudad, un séquito espontáneo de cientos de africanos acompañaba su marcha.
La película When we were Kings (Cuando fuimos Reyes), ganadora de un Oscar de Hollywood al mejor documental en 1997, adquiere una grandeza especial sobre todo por esos momentos: Correteando entre la basura, tratando a los humildes de la tierra como a sus iguales, despojado de su traje de superhéroe, ninguna otra figura de cualquier deporte ha alcanzado nunca el grado de exuberancia y magnetismo que desprendía Alí.

El 30 de octubre de 1974 en el Estadio Nacional de Kinshasa, la pelea discurría por los cauces que todo el mundo suponía. Pero a mediados del primer asalto dio un giro totalmente inesperado. Alí se fue a las cuerdas, de manera que los golpes del campeón alcanzaban con demasiada facilidad su objetivo. Era una locura, un suicidio, o al menos así lo entendió Ángelo Dundee, que no paraba de gritar ordenándole que boxeara como habían planificado.
Rebotando a cada puñetazo de Foreman, echándose hacia atrás, hacia delante, con una guardia alta permanente, moviendo los hombros y la cabeza, sobrevivió a una desproporción de golpes recibidos y lanzados que era de veinte a uno.El combate fue adquiriendo tintes de epopeya, y a medida que avanzaban los minutos crecían las señales de agotamiento en Foreman.

Alí fue el único en darse cuenta de que la ofensiva del campeón tenía un sentido concreto. La mayoría de los golpes iban dirigidos no al rostro, sino al hígado, bazo, caderas y riñones; el objetivo era inmovilizarlo. Improvisando, decidió su propia estrategia encomendándose a su esquiva prodigiosa, no se movió desde el inicio. Lanzar los golpes más duros del planeta durante tantos rounds cansa, y mucho, en el séptimo, ya eran palmetazos. Burlándose con muecas de temor francamente cómicas, guiñándole el ojo en cada descanso y ofreciéndole perlas como "¡golpeas como una niña! ¡Eres un negro mamarracho!", Alí destruyó la seguridad ilimitada de su rival.

Durante el octavo round, cerca de una de las esquinas, evita la última reprimenda, devolviendo una serie fulgurante con ambos puños, sólo las cuerdas detienen la caída de Foreman. Cuando este gira, dos golpes a la mandíbula, otro en la frente y es entonces cuando los brazos de Alí se disparan en una izquierda que ladea totalmente el rostro del Foreman, finalmente rematar la faena con una derecha recta que mandó al campeón a la lona. Más tarde la mayor sorpresa de la historia del boxeo daría la vuelta al mundo.

EL OCASO
Después de vencer a Foreman se enfrentó consecutivamente a Chuck Wepner, Ron Lyle y Joe Bugner antes de la pelea con Frazier en Manila. El 29 de septiembre de 1977 la dureza de los puños de Ernie Shavers hizo que su intención de abandonar cobrara visos de hacerse realidad. No fue así, y en febrero del `78 Leon Spinks le arrebataba el cinturón de campeón del mundo por puntos.

Siempre había afirmado que su estilo le evitaría las secuelas y lesiones habituales; pero el largo destierro tuvo sus consecuencias. Aprendió a ganar jugando a veces con desventaja, llevando al extremo las posibilidades (técnicas y psicológicas) del boxeo. Ordenaba a sus sparrings que le dieran fuerte. En esa estrategia estuvo el secreto de sus grandes triunfos en Zaire y Filipinas, pero a largo plazo resultó un desastre.
El 15 de agosto de 1978 recuperaba el campeonato por tercera vez al derrotar a Spinks en la revancha, y pareció cumplir su promesa de retirarse a tiempo. Hasta que en 1980 su ex-sparring Larry Holmes le propinó una buena tunda en las vegas. Por primera y única vez, no pudo terminar un combate: KO técnico en el onceavo.
El triste final de una carrera insuperable llegó en 1981, por puntos contra T. Berbick.

LA ENFERMEDAD
Es muy probable que ya entonces el deterioro neurológico hubiera comenzado, no hablaba con la fluidez de antaño, y qué decir de sus reflejos, o la velocidad. En 1986 le diagnosticaron el mal de Parkinson.Justo después de la pelea con Shavers, su médico Ferdie Pacheco le advirtió que tenía un grave daño renal y que estaba en peligro de sufrir alguna lesión cerebral si no se retiraba. Pero no le hicieron caso.

El Parkinson es una dolencia que ralentiza los movimientos y paraliza los músculos, sobre todo los faciales, impidiendo al enfermo expresarse con normalidad. Su incidencia aumenta con el tiempo, llegan los temblores, y el mero hecho de tragar saliva termina convirtiéndose en un suplicio. Pero lo más terrible de la condición de Alí es que es totalmente consciente de lo que le está pasando: el mal no le ha privado de su capacidad de razonar.Sin embargo, nunca se le ha escuchado una palabra de autocompasión. "Dios me está haciendo ver que soy un hombre como otro cualquiera. Y también te lo está haciendo ver a tí. Puedes aprender de lo que me sucede".
Aunque limitada, su actividad continúa. Se gana la vida (muy bien) firmando guantes, fotos, productos. Siempre hay alguna organización que desea ganar lustre mediante su presencia, ya sea el combate por el título mundial o los juegos olímpicos, como en Atlanta 1996, cuando encendió el pebetero de la antorcha olímpica ante casi tres mil millones de espectadores.

RETRATO DE UNA LEYENDA
De todos los libros que se han escrito sobre el más grande tal vez el mejor sea Rey del Mundo, del ganador del premio Pulitzer David Remnick:

"Alí es un mito que significa muchas cosas distintas para muchas personas. Un símbolo de fe, un símbolo de convicción y desafío, un símbolo de talento y valor, de orgullo racial, de agudeza y de amor. La condición física de Alí conmueve porque viene a ser una representación acelerada de algo que todos tememos, el deterioro que traen los años, del carácter imprevisible de las amenazas. En él vemos la fragilidad de un hombre cuyo desempeño consistía precisamente en ser la figura más temible del planeta".

Su prestigio en los estados musulmanes y en el África negra es incluso mayor que el que tiene en occidente, debido a que en los ochenta, cuando las bombas explotaban sobre el cielo del Líbano, se plantó en el centro de Beirut para liberar a unos rehenes y justo antes de la guerra del golfo, quince rehenes más salieron de Irak bajo su custodia.
Es bienvenido en todos los países del mundo, y ha sido ejemplo e inspiración para una variedad de personajes que alcanza desde Michael Jordan o Bill Clinton hasta Nelson Mandela.
"Llegué a cogerle cariño a Alí", dijo Floyd Patterson. "Al final entendí que yo no era más que un boxeador y que él, en cambio, era historia”.

------------------------------------------------------------------------------

Agradecemos a la página “Muhammad Alí. Retrato de una leyenda” http://www.geocities.com/retratoali/ de donde bajamos la info para editar esta nota.

No hay comentarios: